Momento de la embolización

17 de junio 7:00 de la mañana, empezada la función!!!! Enfermeras entrando y saliendo, a ducharse y ponterme  esa bata tan horrorosa y deprimente que te recuerda que ya ha llegado el momento.

Las siguientes tres horas fueron desesperantes, mi intervención era la segunda, por tanto tienes que esperar en la habitación hasta que vinieran a buscarte. Durante esas horas previas, el miedo se apodera de ti de tal manera, que parece que se te paralice el cuerpo.  A veces pienso, que la gente hospitalizada se mantiene  tan quietas en la cama, no solo por el dolor sino por el miedo y la incertidumbre  de “ Que está pasando o  que sucederá conmigo”. Esa sencación te paraliza.  Es así como me he sentido yo en cada una de mis esperas, ante de bajar a quirófano.

Mis hermanas hablando, las enfermeras poniéndome vías, mi compi de habitación moviéndose, pero yo en ese momento no oía  ni veía a nadie. Creo que ha sido el momento de mi vida que más escuchado mi voz interior. Es una sensación rara, ya que solo te oyes  a ti misma y a tu conciencia, esencia o como le quieras llamar. Lo único que sé, es que en  aquellos momentos  estas en conexión contigo misma y es cuando te dices: “ha llegado el momento de ser fuerte!!!  Relájate y consigue serenidad para afrontar lo que viene ahora!!! “   Y aun con el  terror, miedo y tristeza que tienes en ese momento…. Aun con todo eso,  consigues mantener la calma y la serenidad.

En mi caso,  tengo muy claro que tengo una ayuda extra “Mi ángel de la guarda”  Ella ha estado allí sosteniéndome y ayudándome.  Me lo ha dicho tanta gente: “esté donde esté, ella te está ayudando y no dejará que te pase nada” y estoy convencida de ello.  La he sentido a mi lado desde el día que me los diagnosticaron.

(Que por cierto, nunca explicado cómo fue, ya que los aneurismas son difíciles de detectar, ya que no tienen síntomas. Escribiré una entrada explicando cómo empezó todo)

Y mi amigo “el camillero” llego. Digo mi amigo, porque ya nos conocíamos, y la verdad que siempre agradeceré a ese personal del hospital que se hacen tan cercanos, ya que con ello consiguen que la situación no sea tan fría, la parte humana de las personas en ese momento es muy necesaria para el paciente.

En esta intervención, dejaron bajar a mis tres hermanas y que estuvieran conmigo hasta el momento de entrar al quirófano.  Así que allí estábamos, las cuatro hermanas en un box, esperando y esperando. La verdad es que tengo unas hermanas que no callan ni en situaciones como esa. Las miraba y recordaba cuando éramos pequeñas. No las cambiarias por otras hermanas del mundo. La verdad es que son las mejores compañeras para esos momentos, ya que el carácter tan divertido y natural me ayudaba a quitar gravedad a la situación.

Llegaron las anestesistas y estuvimos hablando, debido a que uno de mis grandes problemas es “la anestesia” nunca la he tolerado bien, me cuesta expulsarla una vez operada, y la verdad que no tengo muy buenos recuerdos de mi reacciones, me pongo malísima. En la última intervención, un día entero estuve vomitando.

Y en ese momento apareció “mi salvador” como yo lo llamo. Mi médico, (no diré nombres) pero esta considerado de los mejores en operaciones de embolizaciones.  Y a parte de de ser un gran profesional,  siempre le agradeceré el trato que tuvo conmigo y con mi familia (sobre el trato de paciente-médico también escribiré, ya que me encontrado de todo).  Poco tenía ya que decirme. Ya nos habíamos dicho todo lo que teníamos que decir, durante todos estos meses. Y aún así, tuvo el “gran detalle” de llevarse a mis hermanas a su despacho hablar con ellas. Detalle a detalle, incluso con un papel y boli,  para que lo entendieran bien, explico todo lo que me iban hacer, como me embolizarian un aneurisma, y si mi vida no corre peligro, intentarían embolizarme el segundo, las consecuencias, los riegos y recuperación. Eso si,  con esa manera de hablar que tiene, que desprende seguridad y tranquilidad. En definitiva, lo que quiero plasmar, es que no todos los médicos dedican tu tiempo a explicar y tranquilizar a los familiares de manera como  lo hizo él, ya que una vez finalizada la intervención, volvió hacerlo de nuevo, explicando como había ido todo, al detalle.

En realidad no estaba obligado hacerlo de esa manera tan delicada y con tanta paciencia y al detalle. Aunque creo que todos deberían hacerlo, ya que en ese momento, esas explicaciones son  vitales  para los familiares.

Así que, me despedí de ellas, la verdad que mucho mas tranquila que la vez anterior, esta vez no lloré. Tenía tanta confianza y seguridad de mi médico y su equipo, más “mi ángel” que sabía que estaría conmigo ayudándome. Que me deje llevar, todo tenía que salir bien. Estaba convencida y lucharía para que así fuera.

Aunque también tengo que reconocer que no es lo mismo que te abran el cráneo a que te introduzcan un catéter minúsculo. Sí, las dos eran intervenciones importantes, pero el método de la intervención era menos agresivo.

En el momento de entrar en quirófano, la verdad es que no fue tan impactante porque ya me resultaba muy familiar. Incluso el equipo de médicos, ayudantes y enfermeras que me rodeaban, eran ya conocidos. Ya había pasado con ellos dos Angiografías y una intervención en menos de cinco meses. Así que entre con frases como: “hombre ¡!!Que nos echabas de menos???”  y “ tu ya eres una experta en esto, ya sabes cómo funciona”…. Cerré mis ojos y en las siguientes seis horas, no se donde me fui, no recuerdo absolutamente nada.  Mientras profesionales trabajaban para salvarme la vida, familiares y amigos preocupados y angustiados durante cada hora que pasaba. Yo mientras, no sé donde estaba. Pero seguro que mi subconsciente estaría luchando como una campeona para poner todo de mi parte y poder abrir los ojos de nuevo.

Deja un comentario