Despertar de la Intervención: Embolización

Y una vez más volví abrir los ojos, una vez mas volví a la vida. Esos instantes de despertar  y sentir que vuelves a tener conciencia y que continúas en este mundo es mágico. Solo los que han pasado esta experiencia pueden  entender lo que estoy diciendo. Necesitas unos segundos para situarte y recordar porque estas allí. Y cuando ya estas ubicada piensas: “lo he conseguido!!!!!! Sigo viva ¡!! y se apodera una felicidad que aunque estés envuelta de tubos, de vías y de aparatos por todo tu cuerpo, aún así sonríes, ya que volvía hacerle un pulso a la muerte, y de nuevo volvía a ganar.

 A mi lado estaba él, mi segundo salvador preguntándome como estaba y dándome la mejor noticia que podía  darme,  me había  embolizado los dos aneurismas en esa misma intervención, por tanto no sería necesario una tercera operación. En ese momento me puse a llorar, sentía que esto ya se estaba acabando era el fin de mis intervenciones no volvería a pasar por quirófano de nuevo.

También me contó que había sido una operación muy complicada, al intentar introducir el sten dentro de uno de los aneurismas no se sujetaba bien, por tanto tuvieron que hacer un plan B y fue colocarme dos sten, uno dentro del aneurisma y otro de manera horizontal como base para que se aguantara haciendo de soporte. Y luego ir a por el otro aneurisma.

También me explico que el tiempo que estuve en la U.C.I  hasta que desperté, no paraba de decir  “una o dos…una o dos” y se reía mientras me lo explicaba. Era una cosa que realmente me agobiaba mucho ya que sentía que mi cuerpo y mente estaban muy cansados para que al cabo de unos meses tuviera que volver a pasar de nuevo por la misma situación. Así que allí me quedé con dolores, pero de nuevo era una afortunada  había vuelto a nacer por segunda vez, sin secuelas y sin tener que volver a ser operada. No podía dejar de llorar. Sentía que esto llegaba a su fin y lo había conseguido. Meses atrás pensaba que había llegado mi momento y me equivoque, seguía viva.

Mis 24 h en la U.C.I  fueron pesadas, ya que cuando te realizan este tipo de intervención tienes que estar totalmente inmovilizada en la cama, ya que el cateter te lo introducen desde la Arteria Orta (en la ingle) hasta el cerebro. Por tanto te entaponan y no te dejan moverte por riesgos de que se abrá y tengas una hemorragia. Mas los dolores de cabeza, también típicos de la  intervención, mas mis vómitos típico de una mala asimilación de la anestesia, esa era mi situación.

Aquellos que esten leyendo estasl íneas y tengan que pasar por esta intervención, me gustaría decirles que tanto el despertar como el tiempo que pasas en la U.C.I  es llevadero, para el tipo de intervención a la que nos sometemos lo que viene a continuación no es tan duro o con tanto dolor como te piensas antes de pasar por ella. De verdad, que es posible pasarlo sin mucho trauma ni dolor físico.

Además, siempre están ellos, las enfermeras, enfermeros, médicos que te tratan con tanto amor y dulzura que hacen que no te sientas tan sola ni con tantos miedos. Bueno en mi caso, me tocaron los mas divertidos, porque a la que me encontré un poco mejor estuvieron haciendo bromas todo el rato. Y la verdad, es que se agradece tenerlos cerca, ya que son gente con tanta calidad humana, que ese momento es lo que mas necesitas.

No quiero acabar esta entrada sin hablar de “Mamaduk”  no se porque motivo pero hay veces me acuerdo de él. Mamaduk era mi compañero de batalla en la U.C.I nos separaba una cortina, de esas que nunca cierran del todo y podía verlo perfectamente. Mamaduk es un chico joven de color muy oscuro, robusto, se le veía fuerte pero a la vez muy débil y vulnerable. Estaba muy malito e inconsciente, oía a las enfermeras y médicos como hablaban de él, no sabían si despertaría, realmente estaban preocupados por él, ya que no reaccionaba. Yo me quedaba largos  tiempos  observándolo, incluso interiormente hablaba con él. Me afectaba mucho verle así, tan cerca de mi  y tan lejos del mundo, veía que no despertaba y me preguntaba: “donde estará ahora”  le animaba para que luchará para que tuviera ganas de vivir. Allí estábamos los dos solos en esa habitación y yo le miraba y pensaba “¿esté donde esté, estará bien? ¿Estará en calma? ¿Estárá luchando por vivir?. Me daba pena verle tan frágil, desfallecido, delicado, y sobretodo no veía a ningún ser querído que viniera a verle, lo veía muy solo.

Finalmente no se que paso con Mamaduk, no volví a saber nada ya que a las 24 h me subieron a la habitación. Durante las semanas siguientes a mi hermana le preguntaba: “¿Qué habrá sido de  Mamaduk? “ lo recordaba ya que presenciar esa situación me impacto.

Ahora con el tiempo, pienso que quizás despertó o quizás no,  eso no dependía de nadie sino de si había llegado su momento o no. Pero lo que si que pienso es que debe ser muy triste pasar ese momento sólo, creo que las personas deberíamos estar acompañados tanto al despertar como al irnos.

Momento de la embolización

17 de junio 7:00 de la mañana, empezada la función!!!! Enfermeras entrando y saliendo, a ducharse y ponterme  esa bata tan horrorosa y deprimente que te recuerda que ya ha llegado el momento.

Las siguientes tres horas fueron desesperantes, mi intervención era la segunda, por tanto tienes que esperar en la habitación hasta que vinieran a buscarte. Durante esas horas previas, el miedo se apodera de ti de tal manera, que parece que se te paralice el cuerpo.  A veces pienso, que la gente hospitalizada se mantiene  tan quietas en la cama, no solo por el dolor sino por el miedo y la incertidumbre  de “ Que está pasando o  que sucederá conmigo”. Esa sencación te paraliza.  Es así como me he sentido yo en cada una de mis esperas, ante de bajar a quirófano.

Mis hermanas hablando, las enfermeras poniéndome vías, mi compi de habitación moviéndose, pero yo en ese momento no oía  ni veía a nadie. Creo que ha sido el momento de mi vida que más escuchado mi voz interior. Es una sensación rara, ya que solo te oyes  a ti misma y a tu conciencia, esencia o como le quieras llamar. Lo único que sé, es que en  aquellos momentos  estas en conexión contigo misma y es cuando te dices: “ha llegado el momento de ser fuerte!!!  Relájate y consigue serenidad para afrontar lo que viene ahora!!! “   Y aun con el  terror, miedo y tristeza que tienes en ese momento…. Aun con todo eso,  consigues mantener la calma y la serenidad.

En mi caso,  tengo muy claro que tengo una ayuda extra “Mi ángel de la guarda”  Ella ha estado allí sosteniéndome y ayudándome.  Me lo ha dicho tanta gente: “esté donde esté, ella te está ayudando y no dejará que te pase nada” y estoy convencida de ello.  La he sentido a mi lado desde el día que me los diagnosticaron.

(Que por cierto, nunca explicado cómo fue, ya que los aneurismas son difíciles de detectar, ya que no tienen síntomas. Escribiré una entrada explicando cómo empezó todo)

Y mi amigo “el camillero” llego. Digo mi amigo, porque ya nos conocíamos, y la verdad que siempre agradeceré a ese personal del hospital que se hacen tan cercanos, ya que con ello consiguen que la situación no sea tan fría, la parte humana de las personas en ese momento es muy necesaria para el paciente.

En esta intervención, dejaron bajar a mis tres hermanas y que estuvieran conmigo hasta el momento de entrar al quirófano.  Así que allí estábamos, las cuatro hermanas en un box, esperando y esperando. La verdad es que tengo unas hermanas que no callan ni en situaciones como esa. Las miraba y recordaba cuando éramos pequeñas. No las cambiarias por otras hermanas del mundo. La verdad es que son las mejores compañeras para esos momentos, ya que el carácter tan divertido y natural me ayudaba a quitar gravedad a la situación.

Llegaron las anestesistas y estuvimos hablando, debido a que uno de mis grandes problemas es “la anestesia” nunca la he tolerado bien, me cuesta expulsarla una vez operada, y la verdad que no tengo muy buenos recuerdos de mi reacciones, me pongo malísima. En la última intervención, un día entero estuve vomitando.

Y en ese momento apareció “mi salvador” como yo lo llamo. Mi médico, (no diré nombres) pero esta considerado de los mejores en operaciones de embolizaciones.  Y a parte de de ser un gran profesional,  siempre le agradeceré el trato que tuvo conmigo y con mi familia (sobre el trato de paciente-médico también escribiré, ya que me encontrado de todo).  Poco tenía ya que decirme. Ya nos habíamos dicho todo lo que teníamos que decir, durante todos estos meses. Y aún así, tuvo el “gran detalle” de llevarse a mis hermanas a su despacho hablar con ellas. Detalle a detalle, incluso con un papel y boli,  para que lo entendieran bien, explico todo lo que me iban hacer, como me embolizarian un aneurisma, y si mi vida no corre peligro, intentarían embolizarme el segundo, las consecuencias, los riegos y recuperación. Eso si,  con esa manera de hablar que tiene, que desprende seguridad y tranquilidad. En definitiva, lo que quiero plasmar, es que no todos los médicos dedican tu tiempo a explicar y tranquilizar a los familiares de manera como  lo hizo él, ya que una vez finalizada la intervención, volvió hacerlo de nuevo, explicando como había ido todo, al detalle.

En realidad no estaba obligado hacerlo de esa manera tan delicada y con tanta paciencia y al detalle. Aunque creo que todos deberían hacerlo, ya que en ese momento, esas explicaciones son  vitales  para los familiares.

Así que, me despedí de ellas, la verdad que mucho mas tranquila que la vez anterior, esta vez no lloré. Tenía tanta confianza y seguridad de mi médico y su equipo, más “mi ángel” que sabía que estaría conmigo ayudándome. Que me deje llevar, todo tenía que salir bien. Estaba convencida y lucharía para que así fuera.

Aunque también tengo que reconocer que no es lo mismo que te abran el cráneo a que te introduzcan un catéter minúsculo. Sí, las dos eran intervenciones importantes, pero el método de la intervención era menos agresivo.

En el momento de entrar en quirófano, la verdad es que no fue tan impactante porque ya me resultaba muy familiar. Incluso el equipo de médicos, ayudantes y enfermeras que me rodeaban, eran ya conocidos. Ya había pasado con ellos dos Angiografías y una intervención en menos de cinco meses. Así que entre con frases como: “hombre ¡!!Que nos echabas de menos???”  y “ tu ya eres una experta en esto, ya sabes cómo funciona”…. Cerré mis ojos y en las siguientes seis horas, no se donde me fui, no recuerdo absolutamente nada.  Mientras profesionales trabajaban para salvarme la vida, familiares y amigos preocupados y angustiados durante cada hora que pasaba. Yo mientras, no sé donde estaba. Pero seguro que mi subconsciente estaría luchando como una campeona para poner todo de mi parte y poder abrir los ojos de nuevo.

Embolización

Tal y como estaba previsto, el  17 de junio me operaron, desde ese día hasta hoy no escrito en el blog, y los motivos principales fueros varios.

El primero, porque necesitaba recuperarme ,  fue una operación complicada ya que consiguieron embolizarme los dos aneurismas en la misma intervención. Afortunadamente  ya no tendré que pasar por una tercera operación, de momento. Los médicos me explicaron que  “les di mucha guerra” ya que al embolizar el segundo aneurisma el “coil”  se caía, ya que el cuello de uno de los aneurismas era muy ancho así que me colocaron otro “coil” de más, justo  dentro de la misma arteria, debajo del aneurisma  para hacer de base y así  solucionar el problema. Es decir, muchas horas duró la intervención.  El único inconveniente es que estuve expuesta a demasiada radiación y ya me han dicho que es posible que durante los siguientes meses se me puede caer mechones de pelo. Bueno, como le dije al médico: “ cuando llegue el momento ya le pondré remedio, antes no”

Y el segundo motivo es porque seguí el consejo de mi médico. Me  dijo: “ Silvia,  has estado siete meses viviendo día tras día con tus aneurismas, 3 ingresos y 2 operación. Por tanto ha llegado el momento de desconectar de ellos, deja el blog y deja de vivir entorno a ellos. Ya que tienes que empezar tu vida de nuevo. Si no lo haces puedes quedarte enganchada toda tu vida a ellos.

Una vez me explico que ellos curan situaciones muy graves, pero hay gente que no se recupera nunca del trauma que supone pasar por dicha experiencia. Lógicamente  eso solo corresponde al protagonista de dicha situación, ellos no pueden hacer nada. Y es cierto, es uno mismo  el que  tiene que tener la capacidad de poder cerrar capítulos de su vida, sea cual sea el tema a cerrar. Por mucho que cueste dicho proceso,  hay que hacerlo.

Bueno creo que estoy empezando por el final así que empezaré a contar como fue el inicio de mi segundo operación a través de embolización.

17 de junio:

Es cierto que la experiencia es un grado,  ya que, si comparo lo traumático que significo el   primer ingreso con este, me doy cuenta lo diferente que fue. Aunque es cierto que el tipo de intervención no era la misma, ya no  me abrirían la cabeza ni llevaría 37 grapas en ella, aunque los riesgos sí que eran muy parecidos.

Supongo que el trabajo hecho durante esos cinco meses anteriores sirvieron de algo. Recuerdo que la noche anterior vino una amiga mía a pasar la noche. Agradecí mucho la compañía y las conversaciones que tuvimos, aunque en realidad tampoco hablamos mucho de mi operación. Incluso al día siguiente, a horas de mi ingreso estuve con mi sobrino jugando a “guerra de agua”. Cuando recuerdo ese momento, es cierto que me fastidiaba tener que meterme en un hospital, pero no era miedo, ni pena, ni desesperación. Simplemente era consciente que debía hacerlo y de la manera más tranquila que mi cuerpo y meten me lo permitieran.

Hice el mismo ritual que la vez anterior, mi hermana pequeña me llevó en coche, pero ya no llorábamos ni nos cogíamos de la mano. Recuerdo que hablábamos de la educación de los niños. Incluso hubo un momento que le dije a mi hermana : “ Oye, a ver si nos vamos a pasar de largo” porque parecía que íbamos a tomar algo.

En el  momento del ingreso y subir a planta, aquí la cosa cambió un poco, cuando llegas a la  9 planta del Valle d´Hebron, el panorama que se te presenta es muy duro, vas pasando por el pasillo y es inevitable que la vista se te vaya habitación por habitación y en ese momento se te encoge el alma, ver la  realidad tan dura que hay en esas personas y saber que vuelvo al mismo lugar donde he sufrido tanto. Eso es difícil de llevar.

Pero también encontré algo positivo, que por desgracia o suerte “mis chicas” (como llamo a las enfermeras) la mayoría me conocian y al verme de nuevo empezaron hacer bromas. (prometo que haré una entrada hablando de ellas y ellos, ya que forman parte de tu recuperación física y psicológica, son “ángeles”)

Las siguientes horas fueron de tranquilidad, esta vez no quise que viniera mucha gente ya que estaba preparada para vivir ese momento con pocas persona o incluso en soledad. Bueno soledad poca porque eran tantos los mensajes de apoyo y cariño que fui recibiendo que como la vez anterior era como si los tuviera a todos a mi lado de la cama.

Y el gran día llegó!!!!!!